Año: 1994. Duración: 105 minutos. País: Estados Unidos. Director: Chris Gerolmo. Guión: Chris Gerolmo. Música: Randy Edelman. Fotografía: Robert Fraisse. Actores: Stephen Rea, Donald Sutherland, Max von Sydow, Jeffrey DeMunn, Joss Ackland, John Wood, Radu Amzulescu, Imelda Staunton.
¡Muy recomendable! Aunque se trata de una película desarrollada para la televisión por cable, supera en calidad a muchas películas creadas para el cine. Sorprendentemente, esta película, más que incidir en la figura del propio asesino, lo hace en las personas que dieron caza a éste, uno de los más brutales, sádicos y prolíficos asesinos en serie de la historia de la Unión Soviética: Andrei Chikatilo.
El film nos muestra la lucha del doctor Viktor Bukarov, no únicamente contra uno de los peores asesinos en serie que han existido, sino contra el mismo sistema burocrático ruso que negaba la existencia de ese hombre. Con la ayuda del mayor Mikhail Fetisov, el psiquiatra Alexandr Bukhanovsky, y un cuerpo de agentes policiales, poco a poco empieza una caza que durará años.
Andrei Chikatilo fue uno de los asesinos en serie más prolíficos de la historia. Sus víctimas eran principalmente niños y jóvenes de ambos sexo, y prostitutas, a los que solía captar en estaciones de trenes o autobuses, conduciéndolos a lugares solitarios y apartados, donde los torturaba y asesinaba sin piedad, obteniendo de este modo un placer sexual salvaje.
A menudo mordisqueaba a sus víctimas mientras éstas aún vivían arrancándoles sus pezones y genitales, que masticaba y devoraba en su febril frenesí.
La historia de la captura de este asesino pasó a los anales de la antigua Unión Soviética debido a una gran cantidad de despropósitos nacidos en el seno interior de la burocracia rusa, que dificultó mucho la captura del asesino, y que llevó a detener injustamente a numerosos sospechosos, que admitían su culpabilidad ante los interrogatorios brutales y primitivos a los que eran sometidos, hasta que la aparición de nuevas víctimas demostraba su inocencia.
No faltó el sospechoso que, entre el paso que había entre un asesinato y otro de los cometidos por Chikatilo, prefirió el suicidio. Finalmente Chikatilo fue capturado, después de largos años, apresado y ejecutado, al considerarse que era una persona totalmente cuerda y en su sano juicio, aunque en sus últimos días quiso hacerse pasar por loco, lejos de aquel ciudadano aparentemente tímido, callado y apacible.
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